Perro que ladras,
aúllas en la noche
solo, solito
al pie del cerro
con un cielo plateado.
Los álamos con el viento dan
sonido de lluvia,
esa que golpea
los vidrios y la madera
y nosotros sólo vemos las gotas
que bajan, caen y pasan.
Las vemos con la nariz asomada
desde las sábanas,
y el perro
que sigue ahí
ladrando,
buscando compañía
en el eco del ladrido
Sentado sobre el ripio
espera
su pelo se va enblanqueciendo
y su cadera pesa.
La nieve tapa
el ripio
el cerro
los techos de las casas,
las esquinas de las ventanas.
Los días
se suceden
y él ladra,
ladra y espera
que el eco le devuelva
algo más que sus voz.